jueves, 27 de diciembre de 2018

Top 10 de películas para unas oscuras y entrañables navidades




Las fiestas navideñas coinciden prácticamente con el solsticio de invierno, una época en que las horas de luz solar se reducen al mínimo. Cuando las sociedades se basaban en la agricultura, la vida se hacía dura debido al frío y a la ausencia de luz solar. Dentro de aquella fría oscuridad, surgía la promesa de que algo mejor estaba por llegar.  La Navidad del rito Cristiano renueva este significado con el nacimiento de una Nueva Luz para el mundo. Por eso, las películas de Navidad tienen a veces una vertiente que roza el drama e incluso lo siniestro. Pero en casi todos los casos las historias esquivan la tragedia en el tramo final y alcanzan un final conmovedor y entrañable, o al menos tranquilizador. Vamos pues, con estas diez “entrañables” historias de Navidad, de menos azúcar a más dulce.

10º. Promesas del este (David Cronenberg, 2007)

1% de azúcar y 99% de pura maldad.

A muchos sorprenderá el que se incluya esta cinta como película de Navidad. Sin embargo, no hay que olvidar el significado etimológico de navidad (natividad, es decir, nacimiento). La víspera de Navidad, un mafioso es asesinado en una barbería y una adolescente embarazada llama a las puertas de un hospital donde la comadrona Anna (Naomi Watts) queda muy afectada por su muerte al dar a luz. Desde el momento que decide dar acogida al bebé en su casa,  esto le conducirá a una mafia rusa y una espiral de violencia cada vez mayor cuando conoce a Nikolai (Viggo Mortensen) En la total oscuridad hay una luz: Nikolai no es quien parece ser, y Anna hará todo lo posible para que la difícil natividad del niño no acabe mal.
9º. El día de la bestia (Álex de la Iglesia, 1995)

10% de azúcar y  90% de maldad diabólica.

El anticristo va a nacer el 25 de Diciembre de 1995 y solo un sacerdote erudito, con la ayuda de un heavy satánico de Carabanchel y un falso vidente televisivo pueden evitarlo. Una historia de locos ambientada en fechas navideñas, con un Alex Angulo y un Santiago Segura  en estado de gracia, construyendo dos personajes para el recuerdo. Dentro de lo estrafalario de sus antihéroes y lo apocalíptico de la historia, es inevitable sentir simpatía por los protagonistas.




8º. Plácido (Luis García Berlanga, 1961)

25% de azúcar y 75% de sátira social.

El guión original se llamaba “Ponga un pobre en su mesa”. La sátira despiadada de  Rafael Azcona y la dirección de un Berlanga genial para desmontar la  falsa bondad de la Navidad. Mientras los ricos disfrutan del lujo, la gente humilde lucha por pagar las letras de sus herramientas de trabajo y los pobres se mueren de frío. Pero hay que fingir que que se es un buen samaritano, al menos un día al año. Solo los entrañables cómicos españoles de toda la vida aportan un poco de luz a una historia que describe la hipocresía de la sociedad española de la época.



7º. El apartamento (Billy Wilder, 1960)

40% de azúcar y 60% de egoísmo en la empresa.

Recordando la dulzura de Shirley MacLaine y la simpatía de Jack Lemmon, es difícil pensar que esta sea una historia oscura. Pero no olvidemos que durante la cinta se produce un intento de suicidio y que un empleado está a punto de perder su dignidad a cambio de una ascenso. Una fiesta de Navidad de empresa (de las tantas que hay en estas fechas) es el origen de la toma de conciencia de Baxter, que empieza como un desgraciado al servicio de sus jefes y acaba tomando la altura moral que todos deberíamos tener.




6º. Family Man (Brett Ranner, 2000)

50% de azúcar y 50% de falta de escrúpulos.

Jack Campbell (Nicholas Cage) encarna a un ejecutivo sin escrúpulos que la víspera de Navidad es capaz de anular la comida familiar con su tía y convocar una reunión de empresa para el día siguiente. Sin embargo, una extraño con ciertos poderes (Don Cheadle) le muestra cómo hubiera sido su vida de haberse casado con su novia de juventud (Tea Leoni) a la que abandonó en pro de una ambiciosa carrera. La desesperación de Jack cuando descubre la vida humilde que hubiera llevado pronto da paso a su transformación cuando las emociones por su familia pasan a primer plano. El tramo final es puro azúcar, no apto para diabéticos.



5º. Gremlims (Joe Dante, 1984)

60 % de azúcar y 40% de disparatada maldad.

No deja de ser una película apta para toda la familia, pero ya la conversación del protagonista con una novia potencial, que odia la Navidad, nos pone sobre aviso. Luego la cosa se pondrá mucho más siniestra con un montón de monstruitos asolando la ciudad y la una villana que encuentra un final que -no nos engañemos-merecía. Sin embargo, el bondadoso protagonista, las escenas sentimentales y el happy end hacen que siga siendo esencialmente una película navideña para (casi) todos los públicos.




4º. Los amigos de Peter (Kenneth Branagh, 1992)

65% de azúcar y 35% de trapos sucios.

Aunque no se ambienta propiamente en Navidad, sino en fin de año, el tono festivo de estas fechas impregna toda la película. En 1982, un grupo de amigos de Peter da una representación musical para despedir el año, y diez años más tarde, Peter vuelve a reunirlos para despedir el año en su mansión. Durante los días que pasan juntos se repiten los desencuentros, las disputas, los traumas y la confesión final del protagonista. Sin embargo, el tono festivo de la banda sonora, la reconciliación y la Amistad, con mayúsculas, decantan la película del lado amable de la vida. Kenneth Branagh logró reunir a actores de la talla de Stephen Fry, Hugh Laurie, Emma Thompson o Imelda Staunton.




3º. Scrooge (Ronald Neame, 1970)

80% de azúcar y 20% de avaricia.

Quizá la mejor versión musical de Canción de Navidad  de Charles Dickens, con Albert Finney como Scrooge y Alec Guiness como uno de los espíritus de las navidades. No cabe duda de que Ebenezer Scrooge es el ser más avaro que ha dado la literatura, pero también lo es que todos los personajes humanos que le rodean (con la excepción del fantasma de Marley y el espíritu de las navidades futuras) rezuman dulzura, concordia y bonhomía. El tramo final avanza hacia más y más azúcar.



La gran familia (Fernando Palacios, 1962)

90% de azúcar y 10% de estrecheces económicas.

La película solo disputa a Qué bello es vivir el primer puesto en países de habla hispana, pero es otro clásico indiscutible. Alberto Closas, Pepe Isbert y José Luis López Vázquez  lo hicieron posible aportando personaje a cuál más bondadoso. La dificultad para sacar adelante la familia no son capaces de contrarrestar el almibarado toque de toda la película. Para no perderse: la escena en que Chencho se pierde en los mercadillos de la Plaza Mayor de Madrid.




1º. Qué bello es vivir (Frank Capra, 1946)

95% de azúcar y 5% de codicia.

Todos los personajes, con George Bailey (James Stewart)  a la cabeza, son buenos excepto el codicioso Potter. Aunque George desciende a los infiernos del suicidio (como Fran en El apartamento), todos sabemos que con un ángel como Clarence la cosa no puede acabar mal. El final, con incluso los personajes que venían a reclamarle la deuda aportando dinero a George,  no es apto para diabéticos.


© 2018 Pedro Alcoba González, excepto la imagen y los vídeos que acompaña el artículo.

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