miércoles, 30 de agosto de 2017

Visión (relato)

Visión. Eso es lo importante en un agente internacional, cuando se planea un golpe de este tipo. Visión, y virilidad, y yo tengo de ambas, en gran cantidad. Por eso, aunque soy católico, y español, yo era la persona adecuada para esta misión del Mosad. 
En esencia, era fácil. La ciencia ha descubierto ya que el semen de los hombres caucásicos con prepucio es de mejor calidad para desarrollar la agresividad y el espíritu militar. Se trataba de conseguirlo, e inseminar con él a las judías que voluntariamente quisieran, para nutrir al ejército judío de  nuevos soldados.
Así que me encomendaron el atraco del banco de semen en Madrid y me pusieron a Aarón, nuevo fichaje del MOSAD, de ayudante.
Todo fue bien hasta que, cuando ya habíamos salido, cuando nadie se había dado cuenta de nada, cuanfo ya teníamos semen para mínimo dos docenas de soldados,... al idiota de Aarón se le cayeron los frascos al suelo.
¿Qué hice yo? 

Lo único sensato para un hombre con visión. Le di un bofetón a Aarón y lo mandé a su casa, me compré una docena de revistas porno… Y empecé a contribuir a la perpetuación del ejército judío, que tendría a partir de entonces una buena dosis de visión. Visión, y virilidad.



© Pedro Alcoba González 2017, excepto la imagen que acompaña al artículo.

Niños (relato)

Yo no quería niños. No quería esa especie de enanito que te pide todos los días un poco de amor; y luego lápices, y juguetes, y babys, y libros, y clases de idiomas, y viajes,...
No quería niños, y en esto era recalcitrante. Por eso le dije a mi pareja que nada de nada, que se olvidara del tema, que no me iba a pillar en eso, que era la última cosa que haría, y por encima de mi cadáver... Sí, solté todos los tópicos habidos y por haber... pero al final acepté.
Tuvimos un precioso niño que me esclavizaba a mi trabajo día a día, una pequeña bestia con rizos rojizos como ella y ojos azules como yo. 
El tema es que  yo tenía más de abuelo que de padre, exactamente 55 años.  Al cumplir 56 me prejubilaba, y me iban a regalar un bonito reloj de pulsera. 
Por eso, mi plan era regalarle ese reloj a mi vástago el mismo día que me lo dieran.Que le amarrara a los 5 días a la semana, 7 horas de sueño, el sexo restringido y las tres comidas pautaditas, y así 4 ó 5 semanas al mes, 12 meses al año, año tras año, hasta que cumpla él también los 56, o lo que le toque.
¿Y sabéis qué? Cuando se lo di, me miró con sus grandes ojos azules, enmarcados en su rostro pecoso y con sus rizos rojizos... y el desgraciado lo que hizo fue tirármelo a la cara. 

Pero lo esquivé, y le dio a su madre.


© Pedro Alcoba González 2017, excepto la imagen que acompaña al artículo.