martes, 2 de agosto de 2016

Por qué el surrealismo no es una pieza de museo

«…ese hombre maniatado puede, con solo cerrar los ojos, hacer saltar el mundo (…)
El hombre de La edad de oro duerme en cada uno de nosotros y
solo espera un signo para despertar, el del amor»
Octavio Paz
SI YO POSTULO que el surrealismo, en lugar de un arte extraño para ser exhibido en museos, fue en su nacimiento un movimiento que pretendió transformar el mundo y liberar al hombre, seguramente su percepción del mismo cambiará enormemente. Y si afirmo que en origen fue también un movimiento profundamente moral, probablemente comprobará quién está escribiendo estas líneas, y si está de verdad bien informado. Sin embargo, ambas afirmaciones son profundamente ciertas.

El surrealismo, revolución social
«Tenga cuidado, advierto en usted tendencias surrealistas. Aléjese de ese grupo»
(Jean Epstein, a Luis Buñuel)[1]
El objetivo del surrealismo fue en su momento, mediante obras o intervenciones escandalosas, hacer estallar la sociedad y cambiar la vida; y no crear un movimiento literario, plástico o filosófico.
Estamos tan acostumbrados a ver el surrealismo en museos, a quedarnos con las obras extrañas al intelecto lógico los objetos inverosímiles, o los paisajes del subconsciente; que su potencial realmente subversivo y transformador parece neutralizado.
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© Pedro Alcoba González 2016, excepto la imagen que acompaña al artículo.