lunes, 4 de marzo de 2019

Roma: la película que habría cambiado la historia de los Oscar

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Al Gore se presentaba en sus charlas sobre el cambio climático diciendo “yo fui el próximo presidente de los Estados Unidos”. Hay varios motivos para comparar lo que ha sucedido en los Oscar este año con las elecciones presidenciales del 2000, en que Al Gore perdió frente a George Bush Jr., cuando el primero suponía una verdadera alternativa a los gobiernos anteriores; frente al segundo, que era un candidato claramente continuista de la política precedente. 

Roma (Alfonso Cuarón, 2019) narra la historia de Cleo, la criada de una familia de clase media tirando a alta, en el México de los años setenta, con protestas estudiantiles y movimientos sociales de telón de fondo. Se nos cuentan en realidad dos historias en una. Por una parte, la de la familia a la que sirve Cleo, con crisis matrimonial incluida, que vive importantes acontecimientos, de los que constituyen luego los recuerdos de los niños para toda una vida.
De hecho, la familia es un reflejo de la que tenía en su infancia el director Alfonso Cuarón, autor también del guión, la fotografía y el montaje. Por otra parte, la historia principal, pues el foco que se ha elegido es ese, nos cuenta la vida de Cleo (inspirada por Libo, la nana de Cuarón y sus tres hermanos), desde que la encontramos como un miembro más de la familia, si bien de carácter subalterno, pasando por su relación con un chico conflictivo, hasta los sucesos en que ambas historias confluyen, de los que no puedo decir nada sin desvelar la trama de la película.
Una de las localizaciones de Roma

Tracemos ahora un paralelismo con la historia que cuenta Green Book (Peter Farrelly, 2018), la cual también está inspirada en un hecho real (pues el guión es obra de Nick Vallelonga, hijo del protagonista de la película), la relación entre el pianista afroamericano Don Shirley (Mahershala Ali)  y el chófer Tony Vallelonga (Viggo Mortensen), a lo largo de una gira del primero por el sur de los Estados Unidos. 

En ella, usarán como guía de viaje The Negro Motorist Green Book,  escrita por Victor Hugo Green, un cartero de Harlem, Nueva York, sobre los lugares donde los afroamericanos no corrían riesgos al viajar.  En la historia de Green Book, la relación entre los dos personajes, ambientada en los sesenta, va evolucionando desde la desconfianza mutua y los prejuicios culturales (incluso raciales en el caso de Tony) hasta una verdadera amistad, a través de una road movie musical, que concluye además el día de Navidad. 


The Negro Motorist Green Book

¿No le suena al lector a algo ya contado? ¿No hay ecos de historias antiguas, desde ¿Adivina quien viene a cenar? (1967, Stanley Kramer) hasta Paseando a Mss Daisy (1989, Bruce Beresford)?. En efecto, una historia de amistad interracial, más road movie, con escena de Navidad incluida, por mucho que ambos actores estén soberbios, que el guión esté lleno de humor y de matices intercuturales, no es nada nuevo. Es una fórmula de película que ya no era novedosa a finales de los 80 y mucho menos lo es 30 años más tarde.

Sin embargo, vamos ahora con Roma. Para empezar, todo resuelta auténtico en la película de Cuarón. No solo porque ha sido rodada en la misma calle Tepejí donde él vivió su infancia, reconstruida para la película, sino también por el cuidado que se ha tomado por reflejar, tanto a nivel de escenografía como de escenas callejeras (el diseño de producción), el México de los años setenta, por lo demás mucho más desconocido de lo que son los Estados Unidos de los sesenta, que hemos visto ya recreados mil veces en la pantalla.


Yalitza aparicio interpreta a Cleo

Se ha hablado mucho de cómo, con Roma, Netflix ha intentado ganar a las productoras de cine en su propio terreno, demostrando que una plataforma de contenido online podía hacer buen cine, y lo que hubiera supuesto para el cine como lo conocemos que una película producida por Netflix ganara en los premios por excelencia del cine tal y como lo conocemos, es decir, en los Óscar. Pero se ha hablado menos del tipo de película, abstrayéndonos de quién ha producido la cinta, que ha premiado la Academia de Hollywood.

Roma cuenta, para empezar, una historia foránea a los Estados Unidos. Pero no solo eso, la cuenta en un idioma diferente al inglés, mezclado con el idioma de una raza marginada y oprimida (la indígena). Pero no solo eso, además cuenta una historia entre el realismo y el intimismo, una historia, al final, pequeña pero grande en lo que representa. Un drama humano que forma parte de la intrahistoria y que por eso nos habla más de nuestros recuerdos más cercanos (porque clases medias ha habido en muchos países) que de los soñados. Pero además coloca la historia en un país cuyos conflictos sociales no tienen nada que ver con los de los norteamericanos.

Green book nos habla de los Estados Unidos, de cuyos conflictos raciales en los estados del sur nos ha hablado infinidad de veces. Nos habla de los italoamericanos, de los afroamericanos, de unas minorías que se han reflejado tanto en el cine norteamericano que casi se erigen en subgéneros. Además, nos lo cuenta desde el drama de personajes, donde lo importante es el carisma individual de los mismos. Y con una historia lineal, amable, que apenas nos muestra grupos sociales, más que representados en los personajes individuales interpretados por los personajes, con los que opera un mecanismo de identificación sólido y eficaz.

Mahershala Ali obtuvo el Oscar al mejor actor de reparto

Pero además, también son diferentes los actores elegidos para interpretar a los personajes en las dos películas. Roma no utiliza actores que no provienen del imaginario de Hollywood. Lo que es lo mismo que decir que el público mundial no los considera estrellas. Tenemos desde Yalitza Aparicio como Clea hasta Marina de Tavira como la señora Sofía, la madre de la familia que cuida la criada indígena. Los actores rezuman autenticidad. Véase si no cómo Yalitza interpreta la timidez del indígena en las conversaciones con su patrona o cuando la doctora la reconoce, o los estallidos de ira de Marina de Tavira, que casi siempre descarga contra ella, cuando la relación con su marido no va bien. Y no estoy diciendo que los actores de Green Book no tengan una interpretación soberbia, solo digo que Alfonso Cuarón ha optado por una dirección de actores más realista, más cercana a lo que se intentó en el neorrealismo italiano, en que los tipos humanos que elige el casting son muy importantes para el resultado final, sin querer destacar a unos actores sobre otros como “estrellas”. En ese sentido, ambas películas son antitéticas. 

Vamos a ver Green book por el carismático Viggo Mortensen componiendo de manera brillante un personaje más, pero vamos a ver Roma  para ver quién es Clea y cómo era México en los tiempos en que ella vivía sus dramas cotidianos, y los actores pasan a un segundo plano, si no es para ser los vehículos que el director va a utilizar para plasmar la historia ambientada en la sociedad mexicana de la época en la que vivió su infancia.

Tradicionalmente, con alguna excepción, es bastante lógico que la película ganadora del premio a la mejor historia (guión), la mejor dirección y alguno de los mejores actores, gane también el de mejor película. Sin embargo, Green Book  ganó solo el mejor guión y mejor actor secundario, mientras Roma obtenía el de de mejor director y fotografía.  Hasta ahí estaban empatados. El resto de los otros premios principales (actor principal, actriz principal, sobre todo), se repartían cuidadosamente entre el resto de las películas presentadas.

Aún podían los académicos de la Academia de las Artes y de las Ciencias Cinematográficas (cuya edad media se dice que ronda los 62 años, y con abrumadora mayoría de hombres) habérselo pensado, resolver el empate con el Oscar a la mejor película para un film con imágenes auténticamente evocadoras y cercanas a lo que es la esencia del cine, frente a una mucho más clásica y convencional. Pero si lo hubieran hecho, habrían dado también el gran premio a una película producida por una plataforma online, y comprometido su propia supervivencia. Era demasiado pedirles. Tenían todavía el recurso del Oscar a la mejor película extranjera, evidenciando al final que los Oscar son premios hechos por norteamericanos para películas norteamericanas, ya las protagonicen afroamericanos o argentinos que interpretan a italoamericanos, pero nunca mexicanos contando además historias de mexicanos, aunque su historia sea de verdad rompedora, aunque sea de las que de verdad han hecho avanzar al séptimo arte este año. Aunque sea con claridad mejor película. Pero era la extranjera, y además producida por Netflix. La película que cambiará la historia de los Oscar quedará para otra edición. 

Una verdadera lástima.

© 2019 Pedro Alcoba González, excepto las imágenes que acompañan el artículo.

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